Recuerdo que cuando fui la primera vez no le preste mucha atención. Me daba miedo ver el mar. Su inmensidad y su sonido. Es simplemente una presencia autoritaria. Yo miraba al lado y trataba de disimular el temor. Nunca había visto aquel lugar de día. Siempre fue a la luz de las estrellas y una luna casi vacía. Ah y como olvidar las decenas de aviones que pasaban a diario.
Regrese a aquel lugar acompañada de algunos rayos solares y tres amigas. Tres amigas que quedaron sorprendidas con tan precioso lugar. El mar, el pasto, las flores, los colores, la tierra, las sonrisas, la brisa marina y la neblina amiga mía. Regrese después de casi 4 meses y recordé que aun soy humana.
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