martes, 15 de noviembre de 2011

Nueve meses han pasado


Ella sabe que son solo recuerdos y que no debe dejarse llevar por ellos. Ella sabe que A. no volverá, que ya es feliz con alguna chiquita de cabello corto y lentes. Al menos es eso lo que le dijeron. No tiene nada que reclamar, ella dejo que todo se vaya al diablo aquella vez que hizo su propio show en plena avenida. Carros iban y venian; ella iba y venia; él, quizá, maldecia la hora en que la conoció.

Ninguno de los dos era perfecto. Digamos que eran una suma de defectos y virtudes. Se complementaban aunque él dudaba mucho de ello. Para él, ella era pesimista y muy terca. Para ella, él era simplemente perfecto a pesar de no creer en la perfección. Para los demás, ellos eran la típica pareja que no duraría mucho. Una de esas tantas que se unen porque tienen en común algunos traumas psicológicos.

A pesar de todo ella lo seguía recordando cada vez que escuchaba alguna cancion de Paez, de Sabina o de Drexler. Cada vez que escuchaba Bathroom girl, cada vez que iba al psiquiatra y pasaba por la Av. El Ejercito, cada vez que escuchaba música clásica, cada bendita vez que no tenía a quién recordar.

Pero la vida no es una novela. La vida no llega a ser ni una canción. Ya quisiera ella haber creído en los para siempre o al menos en los y fueron felices. Muy en el fondo esa sed de conflicto y adrenalina luchaba por salir. Ella tenía que explotar de algún modo antes que terminase aburriendose de él, o quizá no de él sino, de la vida en pareja. Ya saben, hay quienes nacen para conseguir un esposo y otras, para conseguir amantes. Ella parecia pertenecer más a la segunda especie.

Aunque al principio A. parecía estar convencido de que ella llegó a su vida por cosas del destino, el destino no siempre atina. Fue bonito mientras duró, mientras ella no demostraba su verdadera personalidad. No quiero decir que haya estado fingiendo pero cuando nos enamoramos todo parece ser perfecto. Todo es ficticio, casi mágico.

Ahora solo le importa ser un mejor ser humano, no vivir de los recuerdos, dejar de sentir ese espamo en el pecho cada vez que siente que algo le hace recordar a él. Sabe que no lo podrá olvidar, es que nadie olvida a nadie. Es la bifurcacion de los recuerdos y los sentimientos la que hace su acto de presencia. Seguiras recordandolo, seguiras sabiendo quien fue A. y como apareció en tu vida pero ya no estará esa sensacion cruel y a la vez bonita. Ese nudo en la garganta y dolor en el pecho que te indicaban que él era esa persona. Aquel hombre que por muchos motivos te devolvió la sonrisa y la esperanza de que podías volver a amar aunque no hayas llegado a hacerlo.


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