Esa tarde, al despertar, recordé
todo el 2011 como si fuese un flashback. Como si estuviese a punto de morir y
toda mi vida se cruzara por mi cabeza en unos segundos. Desperté mirando el
techo de mi cuarto. Desperté con Karminna al costado. Desperté y me sentí
desprotegida. Como si él me hubiese abandonado todo ese año. Como un niño se
siente cuando su padre se tiene que ir de viaje, sólo que este viaje seria
indefinido.
¿Dónde estabas mientras despertaba muy temprano
para ir a trabajar? ¿Qué hacías mientras yo me la pasaba escuchando música
todas las noches hasta muy tarde? ¿Cómo te sentías mientas yo recordaba la
última vez que nos vimos? Y aquella vez que te lloré por teléfono mientras te
despedías de mí.
¿Con quién andabas mientras yo fingía querer a otras personas? Dime, ¿Dónde estabas
cuando el doctor me diagnostico aquella enfermedad que tú ya conoces? Cuando
ese otro personaje se cruzo en mi vida y me confundió aún mas. Cuando yo giraba
en torno a ti y me ponía a escribir
sobre mis memorias a tu lado.
Exagero al decirte que me sentí abandonada.
Tuve a mis amigos a mi lado pero se supone que el destino me había llevado a
ti. ¿Se supone, acaso, que el destino era el que también se había encargado de
separarnos nuevamente?
Esa tarde, al despertar, quise llamarte y
contarte como me sentía pero no sé que me detuvo. De igual manera te lo conté
por la noche pero nunca será igual hacer lo quieres en ese momento que
postergarlo para otro.
No sé exactamente qué quería escuchar de tus
labios. Un “Nunca me separe de ti”. Un “Sólo fue un viaje corto que tenía que
hacer para conocer la realidad yo solo”. Pues así fue en realidad.
Las palabras aquellas que hablamos por última
vez en tu casa se cumplieron. Todo lo que te dije se cumplió como si se tratase
de una lectura sobre tu futuro.
Luego de aquella conversación supe que jamás te
volvería a ver pero soñaba con que eso llegase a pasar. Yo pasaba los días pensando que yo no era más
que un recuerdo raro, esa chica extraña con la que alguna vez estuviste. Esa
chica que únicamente transmitía tristeza y alboroto.
Yo me la pasaba pensando en que, incluso, ya me habías olvidado. Las
noches después de la universidad eran sinónimo de constantes escritos y largos
intentos por lograr, al menos, un “hola” de otros labios. Sin embargo todos
fueron sólo eso: intentos fallidos.
Dime, ¿En qué pensabas cuando sentías mi nombre
en todo lugar?