A, significa ya tantas cosas: Películas,
canciones, lugares, comidas, gaseosas, estados de ánimo, colores, aromas,
texturas, dibujos, programas, estaciones, carros, avenidas, casas, edificios,
pistas, esquinas, escaleras, gatos, cucarachas, arañas, camas, muebles,
pastillas, estrellas, aviones, fluidos, idiomas, lagrimas, risas, sonrisas,
fotos, caminatas, bicicleta, viento, sol, bares, bailes, cervezas, nombres,
horas, pruebas, ensayos, cantos, chilcanos, tributos, cantantes, grupos, pizza,
hamburguesas, peleas, libros, personajes, días, 16, celular, mensajes,
cigarrillos, parques, agarradas de mano,
canciones, ebriedad, desequilibrio, equilibrio, Amor, amistad, amante, padre,
esposo, consejos, y una vez más, canciones.
Acabo de abrir la
refrigeradora y recordé uno de los últimos mensajes que A. me envió, hablándome
de lo brillante que se ve la luna esta noche. E inmediatamente, y aun no sé
porque, se me vino a la cabeza el tipo de mensajes que Alejandro me hubiese
mandado. Uno de esos que recibes cerca de la media noche hablándote sobre lo
que a él le gustaría estar haciendo con tu cuerpo. Él nunca me envió uno de
esos mensajes pues nuestras conversaciones eran únicamente por msn.. Y aún sigo
sin entender porque hice tal comparación,.
Me gusta la inocencia
de Aarón o quizá deba llamar “asombro” por esas cosas tan sencillas de la vida.
La luna, la vida, su guitarra. Su puntualidad para restregarme por la cara que
aun no cuento con ello. Su sugestión por cosas tan simples que hacen que saque
a flote mi lado maternal. Aarón es un niño ansioso que hizo que mi lado de niña
engreída se fuera directo al tacho.
Y aún sigo sin entender
porque al abrir el refrigerador recordé a ese chico fijado en lo sexual, aun
buceando por debajo de sus problemas. A ese salvador de sus propios colegas. Él
que quiere enmendar sus errores sacando del hoyo a otros, menos a él.
Siempre me gustó meter
mi cabeza a la congeladora, la parte alta de la refrigeradora Ese lugar es tan
frío. Tan frío como lo solía ser yo y estoy segura que él aun sigue siéndolo.
Pero A. aún sigue
enviando mensajes llenos de asombro y sigue siendo aquel que saca mi cabeza de
la congeladora, aquel que se convirtió en películas, canciones y lugares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario