martes, 1 de junio de 2010

Una hora

Subo al carro y me siento en el primer asiento que encuentro vació. Acomodo mi mochila en mis piernas de manera que nadie logre quitármela, por si se atreven a robarme. Pego mi rostro en el cristal que me separa de la calle y me hace sentir segura de cierta manera. Enciendo mi reproductor de música y Joaquin Sabina empieza a cantar "Calle Melancolía". Vaya adivinaste mi pensamiento - me digo a mi misma.

Cierro los ojos y trato de imaginar algo "bonito", algo venidero en mi imaginación. Algún final feliz que me divorcie de la muerte. Algún desenlace con preámbulo esperanzador. O simplemente me ofrezco a los brazos de morfeo hasta llegar a casa. Sin embargo es imposible dormir con tanta gente a mi alrededor. Decido abrir los ojos y observar a la gente parada en las calles, como si estuviera de compras en una tienda de ropa, observando los maniquíes.

Se aproxima mi bajada, mi fin del sueño,mi fin del viaje y fin del día.

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