domingo, 19 de diciembre de 2010

Solamente muero los domingos

Callamos en cables de latas en una barriada. Dejamos un patio con hojas en el otro invierno. Hablamos palabras, historias que no nos sabían. Mojamos el parche, la alfombra y el rincón del nido. Quisimos ver el amor. Quisimos tocarlo. Y hacer de horas, de días, de sábados blancos y volver a perdernos allí en la ciudad.

La cara de toda la gente que nos cruzamos. El mar que nos puso en los ojos aquella herida. El filo de muertes de posibles, con golpe en la cabeza. La vida, las piedras redondas, el lugar que nos gustó. Quisimos ver el amor. Quisimos tocarlo. Y hacerlo de horas, de días, de sábados blancos y volver a perdernos allí en la ciudad.

Sangre ne la tarde, sangre en el corazón. Y aunque nada sea eterno, tendremos la fiesta igual. Y vamos a emborracharnos, vamos a reventar esta noche, mi amor.

Quisimos ver el amor. Quisimos tocarlo. Y hacerlo de horas, de días, de sábados blancos y volver a perdernos allí en la ciudad.

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